https://aljazeera.com/opinions/are-the-americans-ready-for-anoth…
El objetivo de Benjamín Netanyahu, más allá de desatar impunemente su ira contra Gaza, es convencer o manipular a Estados Unidos para que luche contra Irán en su nombre. Esto es algo que el veterano Primer Ministro israelí ha estado defendiendo constantemente desde que Estados Unidos cumplió sus órdenes en Irak. Y lo está logrando: Estados Unidos nunca ha estado tan cerca de una confrontación real con Irán como lo está hoy. Al evocar recuerdos del Holocausto, Netanyahu logró atribuir un nivel de santidad a la reacción ilegal y totalmente desproporcionada de Israel, proyectándose a sí mismo y a su país como una víctima perpetua y creando desdén por cualquier intento de cuestionar o criticar su narrativa, tanto dentro de Israel como en El mundo occidental. Y al comparar a Hamás con ISIS, pudo deshumanizar aún más a los palestinos y convencer a la comunidad internacional de la necesidad de aniquilar Gaza para erradicar a Hamás, tal como tuvieron que hacerlo hace unos años en Mosul para erradicar a ISIS. Esto, por supuesto, ignora el hecho de que, a diferencia de ISIS, Hamás no está impulsado por una ideología ciega que le exige matar a los no adherentes en todo el mundo. Netanyahu sabe bien que Hamás es más que un simple grupo de combatientes: sabe que es una idea arraigada en las aspiraciones de una población oprimida de resistir y liberarse de las cadenas de sus opresores. Incluso si Israel de algún modo llega a matar a todos los combatientes de Hamás existentes, lo cual es inconcebible sin desatar una catástrofe humana de proporciones bíblicas en la región, sólo habrá sembrado las semillas para una nueva generación de resistencia, unida bajo Hamás o una avatar diferente, que hará que el mundo añore la moderación del anterior. Entonces, si Netanyahu sabe todo esto, ¿por qué está trabajando tan duro para convencer al mundo de que Hamás es lo mismo que ISIS y, por lo tanto, debe ser eliminado completamente a cualquier precio?
@ISIDEWITH7mos7MO
¿Cómo deberían los ciudadanos discernir la verdad cuando una narrativa está fuertemente moldeada por los líderes políticos, y cuál es nuestra responsabilidad al cuestionar estas narrativas?